Una economía europea que crece al ritmo de la americana
“España se está convirtiendo en un centro de referencia mundial de la prosperidad”, declaró Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno de España, en un congreso del partido socialista en Sevilla el 1 de diciembre. Mientras el resto de grandes economías europeas están sumidas en la oscuridad, España se dispara. Va a crecer un 3% este año, casi cuatro veces la media de la zona euro. Golpeada más duramente que la mayoría de países por la pandemia, alcanza ahora 1,8 millones más de empleos que a finales de 2019. Los inversores han notado que con un crecimiento más rápido y un déficit fiscal menor que Francia, España ha visto hundirse la rentabilidad de sus bonos menos que la de sus vecinos del norte por primera vez desde 2007.
Con los restaurantes atestados de gente y multitudes de consumidores, Madrid disfruta de un evidente entusiasmo prenavideño. ¿Pero cuánto pueden durar los buenos tiempos? Las previsiones calculan que España seguirá superando a sus socios durante al menos los próximos dos años, ayudada en parte por amplias partidas de los Fondos Next Generation, el plan de ayuda de la Unión Europea posterior a la pandemia. España es el mayor beneficiario de éstos después de Italia. Gran parte del crecimiento se debe a la inmigración, el turismo y el gasto público, que pueden eventualmente ir apagándose. Pero cierta parte del crecimiento proviene de exportaciones de servicios no turísticos, por empresas que abarcan desde tecnológicas hasta consultorías de ingeniería. Y eso es buena señal.
Por ejemplo, Smartick, una empresa de software educativo con sede en Pozuelo, una zona a las afueras de Madrid de alto nivel económico. Utiliza big data e inteligencia artificial para proporcionar a los alumnos materiales educativos personalizados en áreas como matemáticas, lectura y programación. Fundada en 2009 por Javier Arroyo y un compañero en la consultoría de gestión, tiene expectativas de crecimiento. El señor Arroyo espera duplicar los 10 millones de euros de ventas anuales en tres años, con la mayor parte de la expansión proveniente del exterior. “Ahora hay una cultura de emprendimiento que no existía hace cinco o diez años”, dice el señor Arroyo. “España comienza a figurar en el panorama digital”.
Durante la pandemia, las exportaciones de servicios no relacionados con el turismo superaron los beneficios del turismo por primera vez. Pero el sector de los viajes también se encuentra en pleno auge, con una expectativa de más de 90 millones de visitantes este año, todo un récord. Esto ha provocado estallidos de rechazo hacia los turistas entre los lugareños.
El boom del turismo es también uno de los motivos de la inmigración: una cuarta parte de los trabajadores de la hostelería han nacido en el extranjero. La población de España ha aumentado en 1,5 millones durante los últimos tres años (hasta los 48,9 millones de habitantes), siendo casi todo el incremento debido a la inmigración. Los latinoamericanos, con el mismo idioma y una cultura similar, suponen el 70% de las llegadas recientes, lo que ha reducido la posibilidad de fricciones. El hecho de que la inmigración pueda continuar a este ritmo depende en parte de la disponibilidad de vivienda. “Nos encontramos ante el mayor cuello de botella que nunca haya habido”, afirma Rafael Domenech de BBVA, una entidad financiera.
Pero con alrededor del 90% de los empleos nuevos siendo ocupados por los inmigrantes, los ingresos per cápita apenas han crecido. Ello explica una paradoja: “El panorama macroeconómico es extraordinario pero la percepción social no lo es”, declara Raymond Torres de Funcas, un centro de análisis. Aunque la inflación desencadenada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia haya disminuido, en términos reales, los ingresos de una familia con empleo estable son ligeramente menores que en 2019. Tan sólo en torno al último año ha comenzado a crecer el salario real medio. Los expertos afirman que gracias a los grandes aumentos del salario mínimo por parte de Pedro Sánchez, los ingresos de los españoles más pobres han crecido más rápido que la media.
De forma preocupante, la inversión ejercida por el sector privado decae por detrás del resto de la economía. Aún permanece por debajo de los niveles de 2019. Hasta que la pandemia interrumpió la economía, la española crecía en torno a un respetable 3% anual entre 2015 y 2019 y creando empleos más rápidamente que en el pasado. Esta situación se debía en gran parte a las reformas del sistema financiero y el mercado laboral promovidas por el gobierno conservador anterior durante la gran recesión. “España todavía está viviendo de aquello”, relata Íñigo Fernández de Mesa, de la Patronal.
La segunda reforma laboral que llevó a cabo Pedro Sánchez en 2021 mantuvo la flexibilidad laboral y añadió medidas enérgicas contra el abuso de los contratos temporales. Sin embargo, los líderes económicos culpan a las medidas más recientes del Gobierno de la ralentización en la inversión. Se quejan especialmente de los constantes retoques sobre las leyes de contratación y de un incesante aumento de los impuestos. Como consecuencia, “las empresas están a la expectativa, en espera”, declara Juan María Nin, del Círculo de Empresarios, un centro de análisis.
Desde las elecciones del año pasado, el Gobierno en minoría de Sánchez ha tenido que amoldarse a las conflictivas exigencias de seis partidos, entre los que se encuentran de izquierda y nacionalistas, que lo sustentan en el Congreso de los Diputados. Entre las caóticas escenas parlamentarias del mes pasado, ha conseguido aprobar un aumento de los impuestos valorado en 4.500 millones de euros (0,3% del PIB). Entre estos se incluye una duración de tres años de una tasa de emergencia sobre los intereses e ingresos por comisiones de las entidades financieras, creada originalmente como una medida temporal cuando los tipos de interés crecieron en 2022. Los banqueros se quejan de que esto supone una doble imposición y hará que los bancos sean más cautelosos a la hora de conceder crédito.
Los expertos señalan que los bancos y las empresas están obteniendo pingües beneficios. El impuesto a la banca “ha generado ingresos para financiar la red de seguridad social”, añade Carlos Cuerpo, el ministro de Economía. Explica que espera que la inversión y el consumo privado sean los principales motores de crecimiento de ahora en adelante. El aumento de los impuestos ayudará también al Gobierno a cumplir con su política de reducción paulatina del déficit fiscal y, por consiguiente, asegurarse el siguiente tramo de ayuda de la UE. “Pensamos que es posible un aterrizaje suave”, declara el ministro. Eso puede ser cierto respecto a las finanzas públicas. La prueba del modelo español reside ahora en sentido más amplio en la tasa de inversión.
Traducción del artículo publicado el 12 de diciembre de 2024 en The Economist.
SE FUMÓ EL ARSENAL DE TRUMP
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